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Manutención y convivencia familiar: temas urgentes cuando llega el divorcio

El divorcio es sin duda el momento más difícil de una pareja, más aún si han tenido hijos. Las emociones más complejas salen a flote y conciliar aspectos básicos sobre la manutención, la custodia y la convivencia con los hijos puede pasar por episodios muy alejados de la lógica, la razón, la integridad y el bienestar de los niños, niñas y adolescentes nacidos en el marco de unión de la pareja.


Las leyes vigentes intentan brindar la protección necesarias para que los hijos de parejas separadas pueden seguir disfrutando de la compañía y el contacto con sus padres, y que cuenten con los mecanismos para crecer lo más sanos y felices posibles, intentando que el huracán del divorcio no arrase con ellos.

En la Ley Orgánica para la Protección de Niños, Niñas y Adolescentes todos estos procedimientos pasan por el principio del interés superior del niño, del cual ya hemos hablado en este espacio. Cualquier decisión que deba tomar un tribunal sobre quién se queda con la custodia de los hijos, quién asume la obligación de manutención, o cual será el régimen de convivencia familiar a seguir, pasa por velar lo que sea mejor para el desarrollo, el bienestar y la protección de los niños y adolescentes.

En las reformas realizadas a la Lopnna, se determina un gran valor la Obligación de Manutención, pues garantiza el derecho que tienen los hijos a tener un nivel de vida adecuado -educación, salud, vivienda, recreación-, y a la Convivencia Familiar, pues se considera como un derecho de especial importancia para el desarrollo integral de los niños, niñas y adolescentes. 

La Obligación de Manutención es un efecto de la filiación legal o judicialmente establecida, que corresponde al padre y a la madre respecto a sus hijos que no han alcanzado la mayoría de edad. Esta obligación subsiste aun cuando exista privación o extinción de la Patria Potestad, o no se tenga la Responsabilidad de Crianza. Un tribunal será el que fije el monto que debe pagarse por tal concepto.

El Régimen de Convivencia Familiar debería ser convenido de mutuo acuerdo entre el padre y la madre, prestando atención a las solicitudes de sus hijos. Pero ese nivel de comunicación y acuerdo no siempre es posible lograr cuando las emociones están enfrentadas. Lo usual es que no se llegue a un acuerdo, entonces cualquiera de los padres o incluso los propios hijos adolescente pueden solicitar a un juez que fije el Régimen de Convivencia Familiar.

En próximas entregas, hablaremos más en específico de cada uno de estos procesos. Si estás en la vorágine de una separación, es bueno tomarse el tiempo necesario para ver cómo llegar a estos acuerdos, procurando el mayor impacto posible en la vida y la tranquilidad de los hijos. Cualquier duda, no dejes de comunicarte con nosotros, que será un gusto ayudarte a encontrar el camino correcto.

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