Pasamos
prácticamente toda la semana bajo techo. Trabajemos en el hogar o en oficinas,
estamos 8 o más horas al día encerrados entre cuatro paredes. Lo cierto es que
entre el ritmo acelerado, el estrés cotidiano, las responsabilidades de cada
día es poco el tiempo que pasamos al aire libre. Y los efectos se comienzan a
sentir, en nosotros y en nuestros niños y adolescentes, que nos acompañan en
ese ritmo, pasando muchas horas entre las paredes de instituciones educativas o
incluso en espacios recreativos techados.
Estudios recientes
en importantes universidades de Reino Unido, Estados Unidos y Japón, están
demostrando que pasar tiempo en la naturaleza mejora los síntomas de la
depresión y la ansiedad, reduce la fatiga y el cansancio. Craig Chalquist,
sicólogo y director del departamento de sicología del Instituto de Estudios
Integrales de California, asegura que si se toca la tierra húmeda durante 20
minutos, las bacterias del suelo elevan el estado de ánimo. “El suelo tiene
todos los antidepresivos que se necesita", asegura.
El estilo de
vida de las ciudades modernas hace que los citadinos pasemos entre 80 y 99 por
ciento de nuestro tiempo bajo techo, sean las del hogar o la de los sitios de
trabajo, incluso hasta las prácticas deportivas están constreñidas a las
paredes de un gimnasio. Este es un estilo de vida que genera lo que algunos
empiezan a llamar “trastorno por déficit de naturaleza”.
Aunque todavía no es un diagnóstico sicológico real, sin duda describe una forma de vivir que está contribuyendo al mal estado de la salud física y emocional. En este sentido ha surgido la ecoterapia, que básicamente aplica la receta de salir y pasar tiempo en un ambiente natural, como la forma ideal para lograr disminuir la ansiedad y la depresión, mejorar la autoestima y las relaciones sociales, reducir la fatiga en pacientes con cáncer y normalizar la presión arterial. Lo más sorprendente es que lo está demostrando.
Estar en la naturaleza tiene el efecto de relajación porque el ritmo de la naturaleza es mucho más tranquilo que el humano. Al observar y adoptar este ritmo, se descubre que todo toma tiempo. Los sonidos de la naturaleza favorecen el descanso y la digestión. Las tareas que requieren atención y concentración mental también mejoran sólo con el hecho de realizarlas al aire libre. Sin embargo, el cambio no es inmediato. Evidentemente se trata de un proceso lento, por lo que implica poner un frenazo a nuestras vidas aceleradas que ansían resultados inmediatos, y practicar la paciencia, la tolerancia y la lentitud.
En Venezuela, se conocen las terapias con animales (caballos y animales de corral) para atender a niños y adolescentes con problemas en su desarrollo sicológico y cognitivo. Sin embargo, la ecoterapia o terapias similares apenas empiezan a ofrecer soluciones para todos los que están agobiados y enfermos por el estrés cotidiano. Pasar tiempo al aire libre aumenta los niveles de vitamina D (si se muestra suficiente piel desnuda), lo que estupendo para regularizar la presión arterial, y caminar descalzo por alguno de los parques de nuestra ciudad capital o del majestuoso Waraira Repano, ayuda a conectarse con la Tierra, lo que es beneficioso para cuerpo y mente.
Fuente: articulos.mercola.com
!Me gusta este artículo! Todos queremos una mejor calidad de vida y sobre todo buscar esos métodos que hagan de nuestras vidas.
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